sábado, 21 de noviembre de 2009

El Pishtaco ataca de nuevo


Alto, rubio y de ojos claros a partir de la conquista española. Cobrizo, tatuado y pelilargo, en el período prehispánico. Empleado de grandes corporaciones industriales, etnia rival o, incluso, sacerdote. En su momento, a todos la calificación les ha sentado bien.

El Pishtaco o Nakaq (del quechua “pishay”, algo así como “cortar en tiras”) es uno los mitos populares más añejos de Perú. Exhibido como un asesino a sueldo o un bandolero –siempre de origen extranjero– el Pishtaco se caracteriza por ejercer una actividad en particular: asesina a hombres y mujeres para luego quitarles la grasa.

El material extraído tiene como destino el aparato industrial de una determinada empresa o, en caso de tratarse de un delincuente independiente, resulta vendido al mejor postor. Las tradiciones que lo mencionan comentan, además, que el Pishtaco suele comer la carne sobrante bajo la forma de chicharrones.

Solitario, capaz de suicidarse si resulta capturado por las fuerzas de seguridad, el Pishtaco deambula por caminos poco transitados, por lo general en zonas montañosas y alejadas de las grandes ciudades, y tiene en el cuchillo a su principal herramienta de trabajo.

Hábil para el degüello y el posterior desmembramiento de sus víctimas, el Pishtaco no ataca por placer, y en Perú tiene entre sus presas preferidas a los viajeros, los indígenas, y a las personas en situación de indigencia.

Por supuesto, el mito tiene múltiples interpretaciones. Para algunos estudiosos del folclore peruano, no hace más que simbolizar la depredación que desde épocas de la conquista sufre el país sudamericano a manos del “opresor extranjero”.

Para otros, el Pishtaco fue y es real, y se trata de un siniestro personaje que, contratado por petroleras, fabricantes de aviones, y gigantes de la cosmética mundial, opera en Perú recolectando la preciada materia prima. Por supuesto, siempre con la connivencia del gobierno local de turno.

En instancias previas a la llegada del español al continente, los quechuas apelaban a la figura para definir a los asesinos que, enviados por etnias rivales, atacaban periódicamente las aldeas para sembrar el pánico entre los sectores no guerreros.

En Perú, al Pishtaco también se lo relaciona con otro mito: el Kharisiri, una suerte de brujo capaz de corporizarse bajo cualquier forma para, acto seguido, robarle grasa y sangre a los humanos. En la literatura peruana pueden ubicarse rastros de este bandolero en textos como Lituma de los Andes, la novela de Mario Vargas Llosa.

Hasta aquí, la caracterización del recolector de grasa a través del tiempo. Pero como puede apreciarse, en ningún momento dejé afuera la posibilidad de que el temido Pishtaco cuente con una versión actual.

¿Por qué digo esto? Basta repasar las líneas de un artículo publicado esta semana por el diario peruano El Comercio para, de alguna manera, entender hasta que punto las leyendas a veces suelen contar con una copiosa dosis de realidad:


Traficantes mataban y vendían la grasa humana a 15 mil dólares el litro


Hilario Cudeña Simón, Segundo Castillejos Agüero, Marcos Veramendi Príncipe y Enadina Estela Claudio fueron detenidos el lunes en Huánuco por los delitos de homicidio por lucro y asociación ilícita para delinquir en agravio del Estado.

El jefe de la Dirincri, Eusebio Félix Murga, confirmó que dichos sujetos llevaban a sus víctimas a lugares solitarios con engaños, donde las decapitaban y luego las trasladaban a laboratorios para extraerles la grasa. A veces incluso armaban ellos mismos unos laboratorios rudimentarios.

“La grasa la sustraían del tórax y de los muslos”, dijo Félix Murga.

Los integrantes de la banda conocida como ‘Los Pishtacos’ son sindicados de haber
asesinado a 60 campesinos en Huánuco y Pasco y luego vender su grasa por un precio de 15 mil dólares el litro, con destino a Europa.

“Por la cantidad de grasa que han comercializado podemos indicar que son muchas las víctimas. Las investigaciones siguen porque muchas personas no denuncian las desapariciones de sus allegados”, manifestó el jefe de la Dirincri.

Según la Policía, los detenidos reconocieron que desde hace 30 años aproximadamente realizan estos delitos.


3 comentarios:

  1. Que se lo pregunten a las víctimas si fue el Pishtaco, el Sacamantecas o el tío del saco.

    Y dejaos de leyendas.

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  2. Lamentablemente este personaje no es mitico existe hace muchisimos anos y mata para sacar la grasa a sus victimas, en la sierra peruana donde no hay justicia, ley ni orden los pishtacos hacen lo que quieren y muchos otros salvajes realizan actos muy criminales , sin embargo su descaro estan grande que en las fiestas comunales puedes estar comiendo y tomando unas cervezascon estos poco menos que animales.

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  3. realmente es una mafia muy poderosa y criminal integrada por extranjeros, debe de investigarse.

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