Rebautizada como Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica en el 2001, y amparada en un presupuesto anual superior a los 7,5 millones de dólares, la Escuela de las Américas sigue entrenando fuerzas de seguridad del continente en aspectos como la lucha contra la insurgencia, el rechazo a políticas de corte comunista o socialista, y el alineamiento militar con los Estados Unidos.
Con operaciones en Panamá entre 1946 y 1984, este centro de formación formó a más de 64.000 militares y policías de 23 países de América latina, según reportes periodísticos. Hasta donde se conoce, los egresados de ese establecimiento tuvieron responsabilidad directa en, por ejemplo, el asesinato de 75.000 personas sólo en El Salvador entre 1980 y 1990.
En la actualidad, Colombia aparece como el país de la región que más soldados sigue aportando a las aulas de la Escuela de las Américas. Detrás del estado cafetero, Chile envía anualmente 210 militares para cumplir con el esquema que diera origen a algunas de las figuras más nefastas de la historia latinoamericana. Según el Centro de Estudios Miguel Enríquez (CEME) de Chile, la institución todavía forma a cerca de 1.000 soldados cada año.
En tanto, la ONG School Of The Americas Watch (SOAW), que desde hace más de una década reclama el cierre del centro de formación, asegura que algunos de sus graduados están vinculados con buena parte “de las más horrendas masacres colombianas, incluyendo la masacre de Segovia de 1988, en la cual se asesinaron 43 personas, las masacres de Trujillo con sierras eléctricas, que tuvo lugar entre 1988 y 1991, y la masacre de Riofrío en 1993”.
México es otro de los estados que aportó milicias a la entidad para su perfeccionamiento en la lucha antiterrorista. Pero con un resultado completamente inverso al esperado: la mayoría de los entrenados desertó de las fuerzas especiales aztecas para formar “Los Zetas”, un grupo armado que comenzó dando protección al Cartel del Golfo en 1999 para luego quedarse completamente con el negocio de los narcóticos a base de ejecuciones masivas, atentados y decapitaciones.
Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Argentina y Uruguay, son algunos de los territorios que, de manera gradual, dejaron de mandar contingentes a partir del año 2004.
Trasladada a la ciudad estadounidense de Columbus, estado de Georgia, en 1977, la Escuela de las Américas volvió a trabajar a toda máquina durante la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989). Antes de eso, logró su propósito de formar a 600 militares argentinos que tomaron parte del golpe de Estado de 1976.
Las materias que aprobaron los uniformados son, cuanto menos, sugerentes: “Operaciones de contrainsurgencia”, “Contrainsurgencia urbana”, “Operaciones en el monte”, “Interrogatorio militar” y “Oficial sin mando en inteligencia militar”.
Para salir airosos de los diferentes cursos, los militares fueron torturados por sus mismos instructores y, según se supo con posterioridad, los alumnos también se aplicaban tormentos entre sí. El objetivo: ganar práctica para, en una lucha futura, ejecutar con la mayor eficacia los distintos procedimientos de interrogatorio.
El calibre de estos contenidos fue revelado en 1996, cuando la presión de la prensa y diversas organizaciones de derechos humanos norteamericanas obligó al ejército estadounidense a divulgar las modalidades de entrenamiento vigentes en el instituto.
Entre otros detalles se conocieron las prácticas de tortura que, compiladas en un volumen educativo, estuvieron vigentes por alrededor de dos décadas en la Escuela de las Américas. Su denominación: “Manual de entrenamiento para la explotación de recursos humanos” (en inglés, Human Resource Exploitation Training Manual).
Honduras
La influencia de esta estructura de adiestramiento llega hasta estos días, en los que un golpe de Estado en Honduras sorprende a toda la región. Y explica, en buena medida, la escasez de pronunciamientos rotundos que, al respecto, exhibe Barack Obama, presidente estadounidense.
Porque aunque Estados Unidos condena discursivamente la destitución de Manuel Zelaya, primer mandatario hondureño, en lo legal no tomó ninguna medida y hasta continua manteniendo el régimen de asistencia al país de América central.
En esa dirección, resulta cuanto menos interesante la interpretación que (reproducida en el blog del venezolano Esteban Mejías) hace David Brooks, corresponsal en Honduras del diario mexicano La Jornada, sobre el por qué de la postura opaca del gobierno estadounidense:
Para Washington es particularmente delicada esta crisis por su larga y profunda relación con los militares hondureños. Dos de los líderes militares del golpe son egresados de la Escuela de las Américas, la institución de capacitación militar del Pentágono para latinoamericanos, renombrada Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental.
El general Romeo Orlando Vázquez Velásquez, jefe de las fuerzas armadas de Honduras, quien encabezó el golpe, asistió a la escuela en dos ocasiones, en 1976 y en 1984.
Uno de quienes apoyó el golpe, al renunciar cuando el presidente Zelaya cesó a Vázquez, fue el comandante de la fuerza aérea, general Luis Javier Prince Suazo, estudiante de la Escuela de las Américas en 1996, según información oficial obtenida por School of the Americas Watch (SOAW), agrupación que ha buscado clausurar la institución por sus vínculos con militares que han violado los derechos humanos en sus países, y confirmada por el Pentágono.
Cientos de militares hondureños participan en los programas de capacitación militar estadounidense (casi mil sólo entre 2005 y 2006) y la relación bilateral militar es una de las más extensas en entre los países latinoamericanos. Además, el Pentágono ha mantenido una presencia constante en el país, donde está la sede de su Fuerza de Tarea Conjunta Bravo del Comando Sur, encargada de coordinar ejercicios conjuntos y otros esfuerzos de cooperación castrense con militares de la región centroamericana. Esa instalación, una base de la fuerza aérea hondureña, es compartida con las tropas de ese país.
Honduras fue sede de las operaciones militares y de inteligencia de Estados Unidos en la llamada guerra de los contras en Nicaragua, cuando se le llamaba “procónsul” al embajador estadounidense de ese tiempo, John Negroponte.
Es por toda esta extensa y larga relación militar –como también por el hecho de que Estados Unidos es el primer socio económico de Honduras y fuente de su asistencia económica y militar (el gobierno de Obama programó 68 millones de dólares de asistencia para 2010 a ese país, reveló el Washington Post)– que en esta situación se percibe que Washington tiene la clave para determinar la salida a esta crisis.
Terribles egresados
A la par de este proceso que concierne al ahora, un repaso por algunos de los egresados más amargamente renombrados de la Escuela de las Américas puede aportar una idea más clara de cuánto ha influido su accionar sobre la evolución histórica de la región:
- Manuel Noriega: líder de un gobierno militar en Panamá entre 1983 y 1989. Impulsó una dictadura que dejó al país inmerso en una profunda crisis económica y social. Ex colaborador de la CIA, culminó siendo derrocado por una invasión militar estadounidense (1989). Juzgado en la nación que lo promovió como presidente panameño, cumple una condena por presuntos vínculos con el narcotráfico.
- Hugo Banzer: general que gobernó Bolivia primero a través de una dictadura (1971-1978), y luego a través de las urnas (1997-2001). Wikipedia entrega una descripción de su accionar al frente del Ejecutivo boliviano que no deja margen a la duda: “Fue dictador por siete años, dejando incontables denuncias de violaciones a los derechos humanos, una de las deudas externas más grandes que tuvo Bolivia y su gobierno perpetró los actos de corrupción más deplorables de la historia boliviana”.
- Elías Wessin y Wessin: militar dominicano que encabezó el golpe que terminó con el gobierno democrático de Juan Bosch en 1963. De activa participación en la guerra civil local (1965), Wessin y Wessin luchó hasta cercenar toda posibilidad de reimplantar la vigencia de la constitución dominicana de 1963.
- Manuel Contreras: creador y máxima autoridad de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), la policía secreta que operó en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). El organismo concretó más de 1.200 asesinatos entre 1974 y 1977. Condenado por múltiples violaciones a los derechos humanos, a Contreras se le atribuye el atentado que, perpetrado en Buenos Aires y en el marco del Operativo Cóndor, mató al ex jefe del Ejército de Chile, Arturo Prats, el 30 de septiembre de 1974.
- Roberto Eduardo Viola: militar que ocupó el cargo de presidente de la República Argentina (entre marzo y diciembre de 1981) durante la dictadura que gobernó entre 1976 y 1983, y que dejó como legado una profunda crisis económica, miles de muertos y perseguidos, y alrededor de 30.000 desaparecidos.
- Roberto d’Aubuisson Arrieta: cabeza visible de la agencia de inteligencia salvadoreña ANSESAL durante la década del 70 y organizador de escuadrones de la muerte que concretaron asesinatos como el de Oscar Amulfo Romero (1980), arzobispo de San Salvador.
- Héctor Gramajo: general y ex Ministro de Defensa de Guatemala a mediados de los 80. Ordenó la persecución selectiva de líderes indígenas y religiosos. Murió el 12 de marzo de 2004 en su país producto del ataque de un enjambre de abejas africanas.
- Vladimiro Montesinos: militar, agente de la CIA y luego responsable del servicio de inteligencia de Perú durante la década en la que ocupó la presidencia Alberto Fujimori (1990-2000). Por estos días en prisión, está acusado de represión política, venta ilegal de armas, vínculos con el narcotráfico, y atentados contra la democracia, entre otros delitos.
- Leopoldo Fortunato Galtieri: militar argentino que, en tanto integrante de la Junta Militar que gobernó el país a partir de 1976, ocupó la presidencia entre 1981 y 1982. Responsable de la Guerra de Malvinas contra el Reino Unido, que culminó con una derrota para la Argentina y un saldo de 907 muertos y cerca de 2.000 heridos entre británicos y argentinos. En su corto desempeño al frente del Ejecutivo impulsó medidas que, diseñadas por el economista Roberto Alemann y basadas en el congelamiento de los salarios y el permanente recorte del gasto público, incrementaron la depresión económica que ya sufría el país en ese momento.
- Santiago Martín Rivas: líder del Grupo Colina, un escuadrón de la muerte que operó durante la presidencia de Alberto Fujimori en Perú, y al que se le acusa de concretar numerosas masacres y atentados. Se estima que perpetró alrededor de 50 asesinatos entre estudiantes, sindicalistas, y cualquier persona que fuera sospechada de participar en actividades terroristas en el país andino.
- Gregorio Álvarez: militar uruguayo que protagonizó el golpe de Estado de 1973 y ocupó la presidencia entre 1981 y 1985. Fue jefe del Esmaco, un organismo que tuvo como función el desarrollo de acciones antiguerrilleras. Fomentó el intercambio de prisioneros con la dictadura argentina en el marco del Plan Cóndor. En noviembre fue hallado culpable de la muerte y desaparición de 37 personas en la etapa en que comandó al ejército uruguayo.
- Mohamed Alí Seineldín: militar argentino que se sublevó en dos ocasiones contra el gobierno democrático que presidió Raúl Alfonsín (1983-1989). El 4 de diciembre de 1988 lideró el alzamiento del cuartel de Villa Martelli, que culminó con 3 personas muertas y más de 40 heridos. El 3 de diciembre de 1990 encabezó una rebelión militar contra el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) que concluyó con 14 muertos y decenas de heridos. Ex combatiente de Malvinas –donde sus subordinados ponderaron su valor–, Seineldín organizó la Unidad Especial Antisubversiva que operó en la Argentina en momentos en que se desarrollaba el Mundial de fútbol de 1978.
Hasta aquí, algunas de las identidades que exportaron a sus respectivos países las directrices aportadas por los instructores de la Escuela de las Américas. Por el momento, Estados Unidos no ha dado señales de avanzar hacia una eventual desarticulación del centro de adiestramiento.
Como pocas veces en la historia, quedará en manos de los gobiernos América latina, entonces, la responsabilidad de cercenar el lazo que une a esta fábrica de “contrainsurgencia” con la región desde hace más de 60 años.
Patricio Eleisegui
Fotografías: airborneshodan